viernes

TURRON DE ANSIOLITICOS

No conviene dejarse llevar por el pesimismo. Una vez que lo hice acabé en el diván del psiquiatra comiendo turrón de ansiolíticos. Juraría que fueron los días más terribles de mi existencia. Quería recuperar mis ilusiones pero no podía. Mi sueño recurrente era soñar que era insomne. No le veía sentido a mi vida. Revisados ahora, mis textos de entonces parecen escritos con el bombo de la lotería. Estaba desesperado. Me abrumaba la sensación de haberme mudado a un piso que daba al interior de otro piso. Lo más consistente de mi maldita cabeza era la foto del pasaporte.